lunes, 28 de septiembre de 2009

El adiós a un amigo que siempre quedará en nuestro recuerdo... - Por "Pampa" Pérez

Siempre hablamos de cosas lindas, pero nos cuesta más cuando hablamos de alguien que ya no está.

Alejandro González o "La Vieja" González, como lo conocíamos, nació un 9 de Julio de 1931, por lo que siempre decía que el día de su cumpleaños era feriado nacional. Nadie sabía por qué, hasta que descubrimos que ése era el día de su cumpleaños u onomástico, como él decía.

Era llamado "La Vieja" o "La Viejita", por esa costumbre que tenía de decir: - ¡Hola vieja! - o - ¿Cómo andás, vieja?-, con esa tonada tucumana que, a veces, le salía, ya que él era nacido en esa provincia.

Recuerdo noches enteras que pasábamos juntos en las que, algunas veces, me contaba cosas de su infancia, la cual fue bastante sufrida y triste: se alejó de un Ingenio, donde vivía su familia, y donde la miseria y la vida de pobre lo llevó a lugares lejanos de sus propios pagos, en busca de trabajo. Luego, se radicó en Jujuy, donde hizo muchísimos amigos, sobre todo, de la gente del Club de Pesca "La Ciénaga" de esa provincia, de la cual, conocí a muchos pescadores gracias a él y, tal vez, al tratar de nombrarlos pueda llegar a equivocarme o a olvidar a alguno. Pero, sigo en mi recuerdo a alguien en principal, a quien siempre quiso como si fuera su propio hijo. Hablo del "Negro" Anta, que desde chiquito ya lo conocía a González. Y, Alejandro, en su juventud, ya andaba por las noches de Jujuy, en las que hizo muchos amigos.

Justamente, después de los años ochenta, cuando se asocia en el "Bochín Club", empezamos a conocer gente de la vecina provincia, gracias a él. En esa época, la pesca de Pejerrey era para nosotros, algo nuevo; puesto que, aunque en Salta ya había de estos peces, no conocíamos casi nada sobre cómo pescarlos, mientras que los jujeños ya hacían competencias a nivel provincial. Por esto, Alenadro González nos enseñó a pescar con el famoso "trompito": la boya que tenía esa forma y era de dos colores, que corría a diferentes profundidades, de acuerdo a dónde se colocaba el nudo. Aprendimos también, que los jujeños no contaban en metros, sino en brazadas y las señas que entre ellos se hacían, tocándose el codo, el hombro o la muñeca, que indicaban la
profundidad en que estaban pescando.

Y, al hablar de González, lo recuerdo como un hombre que vivía sonriendo, siempre picaresco, alegre y que tenía algo, que hasta al más triste lo hacía reír. Trabaja en Salta, en la década de los sesenta, como taxista, en la parada 41-11, donde tenía un montón de amigos y donde, conocía todo lo bueno y lo malo de la noche. Supo llevar a quién quería ir, por donde querían andar, pero los llevaba bien. Todo eso, fue su propia experiencia, que lo volcaba en gratitud hacia los amigos.

Así fueron pasando los tiempos en que hacíamos concursos en el "Círculo de Pescadores", que fueron los primeros en participar en concursos en Tucumán, de la mano de Raúl Toncovich. Allí fuimos González, otros pescadores y yo, donde empezamos a conocer a la gente de la vecina provincia. Pero, los tucumanos eran más pícaros unos que otros y, por ahí, lo querían agarrar de punto a "La Vieja", quien - como siempre- con un retruque, luego los tenía locos, así que ya no lo cargaban y llegaron a hacer un pacto de "no agresión", porque en las cargadas siempre ganaba González, llegándolos a retrucar tan bien, que los dejaba mudos. Otro recuerdo se remite a un pescador veterano del "Regatas de Tucumán", Francisco Arias, quien era una polvorita al igual que González, con quien toma confianza, porque éste último lo tenía loco con las bromas, mientras que Arias, sólo lo miraba de reojo y nunca le decía nada. Eso fue, hasta que un día, en que Arias - que ya se había separado y tenía otro matrimonio- le dice a "La Vieja": - Vieja, felicitame. Tengo una nenita de días, con mi mujer- A lo que González le responde: - ¿Ah, sí? ¿Y de Díaz, es?-. Sí - le dijo Arias. Y Alejandro respondió: - Ah, porque vos te llamás Arias, ¿Cuál será el Díaz? ¿El vecino? -. Salidas como éstas, eran constantes en él, quien siempre buscaba dibujar una sonrisa en el otro.

Así, fue pasando el tiempo, hasta que luego enfermó. Ya, la mayoría de nosotros conocemos su largo peregrinar hasta un día de Primavera, un día alegre como él, que fue el que eligió para irse. Y quiero tenerlo en ese recuerdo, como lo tendremos muchos de nosotros y de sus amigos de otras provincias: alegre, como siempre fue...

No hay comentarios:

Publicar un comentario