lunes, 8 de junio de 2009

Cuando llega la devastación - Por "Pampa" Pérez

Las riberas de Chaco y Formosa,
desvastadas por la depredación del hombre.

Luego de unos años, volví a recorrer las zonas de Puente Lavalle, Fortín Lavalle, Villa Bermejito y Confluencia (desembocadura del Río Teuquito sobre el Río Bermejo), en el límite de Chaco y Formosa. Estas zonas, hace unos años, eran excelentes lugares para la pesca y la caza, dada la inmensa vegetación que cubría las riberas de ambas provincias. Lugares donde se podía acampar en zona de "picadas" hechas por obreros y donde se podía disfrutar de lo pleno de la naturaleza. Éste, era el lugar ideal para practicar la pesca en todas sus variedades, como así también la caza, para quien gusta de este deporte.


Sin embargo, hoy, después de veinte años, en este lugar reina una gran depredación y devastación forestal, que convirtieron a esas selvas en miles de hectáreas para el sembradío de soja, trazadas por incontables alambradas y tranqueras con llave, cuyos nuevos propietarios son empresas multinacionales. Todo esto, originó que la fauna silvestre emigrara hacia montes lejanos, siendo expulsados de su hábitat natural, llegando al borde de la extinción de lo que fuera su innumerable variedad.

Hoy, esos campos de soja, después de la trilla, son invadidos por una gran cantidad de palomas torcazas que son eliminadas a mansalva, sin control alguno por parte de las Direcciones de Fauna de ambas provincias, convirtiéndose en polígonos de tiro al vuelo por personas que provienen tando de Chaco como de Formosa; inclusive, de Corrientes y, sobre todo, del interior del Chaco, quienes hacen la práctica de su deporte favorito: el tiro al pichón. A ésto, se suma el agravante de que las piezas abatidas, en su mayoría, no son recogidas, lo cual produce fétidos olores por la putrefacción de las aves muertas. Lamentablemente, misma suerte corren otros animales silvestres, como corzuelas, yacarés, chanchos del monte, que son cazadas de noche, con la ayuda de reflectores, por personas dañinas y furtivas, pertenecientes a diferentes estratos sociales.
Ni qué hablar de la pesca en los puntos de Villa Bermejito al Puente General Lavalle en ambas riberas (de Formosa y Chaco): son incontables las cantidades de simbras y líneas muertas colocadas en ambas riberas por los pescadores deportivos y los lugareños. Además, el tránsito de lanchas a motor de todo tipo recorren constantemente, durante todo el día, revisando dichas trampas y volviéndolas a encarnar con especies vivas, tales como sabalitos, tarariras, anguilas y cascarudos, obteniendo óptimos resultados, sobre todo a la noche, cuando el silencio cae a lo largo de casi 10 km de río, donde el Dorado, el Surubí, el Pacú, en su mayoría, no alcanza las medidas reglamentarias. Ésto, sin enumerar la cantidad de redes diseminadas en la extensión de los puntos nombrados, denominadas "tramajos", las que son de tramas no reglamentarias y que permiten la captura de tallas más chicas.

De más está decir la cantidad de clubes de ambas provincias que tienen sus campamentos a la ribera del Río y a los que sólo tienen acceso los socios, mientras que los no socios y visitantes, caso nuestro, debemos abonar una tasa diaria de cincuenta pesos para llegar a la orilla del río y poder pescar de orilla, donde se obtienen piezas de bagrecitos, patíes y alguna que otra boguita, no mayor a los 20 cm.

El día Miércoles 27, comenzó el mal tiempo y la lluvia que, en algunas partes, llegó a los 300 mm, por lo que tuvimos que emprender el regreso, con un sabor amargo, viendo cómo se destruye día a día la forestación y la fauna, con la indiferencia e ineptitud de funcionarios que vaya a saber qué intereses estarán cubriendo. ¿Será que algún día veremos el fin de tanta depredación, que tanto daño causa a nuestra ecología?... ¿Será?

Adrián Pérez, en un descanso...


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